¿SABES QUIEN ERA Y COMO MURIÓ EL DUEÑO DE ESTA CASA?






¿SABES QUIEN ERA Y COMO MURIÓ EL DUEÑO DE ESTA CASA?






La Casa de la Cultura se encuentra sobre la esquina de Av. de la Calle Real y Padre Espinal, frente a la iglesia de La Merced, en el casco histórico de Merlo, con un estilo neocolonial. En el mismo lugar se hallaba la casa de Tomás Fernández de Cieza, juez de paz del Partido de Morón y también allí supo funcionar el café “La Puñalada”. 




Entre 1838 y 1852, el partido de Morón tuvo por juez de paz a Tomás Fernández de Cieza, hombre incondicional a Rosas. Contra lo que se ha dicho tradicionalmente, éste no tenía su centro de operaciones en el pueblito de Morón sino en el de Merlo.



Cuando contaba con 49 años de edad, fue designado por primera vez Juez de Paz de Morón, conforme a las disposiciones emergentes de la ley que decía: “Los jueces de paz ejercerán las funciones de comandantes militares, comisarios de policías, como también poderes administrativos y judiciales.





La suerte de Fernández de Cieza estuvo curiosamente ligada al destino del Restaurador, pues murió a las pocas horas de haber sido éste, vencido en Caseros. Cuando el gobernador de Buenos Aires fue derrotado por Urquiza, en efecto, las tropas rosistas buscaron amparo en la estancia de Fernández de Cieza, y acaso para perpetrar algún tipo de venganza ataron al juez de paz a un catre y lo quemaron vivo.





  Los hechos ocurrieron así:

            Cuando avanza el Ejército de Urquiza se desprende a la Altura del hoy Puente Márquez. Un escuadrón al mando del General Gregorio Araoz de Lamadrid, con la intención estratégica de, por un flanco del Ejército de Don Juan Manuel de Rosas a la expectativa de El Palomar de Caseros, ubicarse ventajosamente a la retaguardia de éste donde estaban colocadas sus reservas. El Comandante militar de Morón, ante el paso raudo de este mencionado escuadrón y en cumplimiento de su claro deber de defender al gobierno legítimamente constituido, aprestó sus pocos hombres de milicianos y tiroteó, de los montes de durazneros de la zona, el galope tendido de esas huestes de guerra. Hiere así a un hombre, a un equino y mata a un animal sin causar otros daños. Concluida alrededor de las 13:00 horas la batalla con la pérdida, por parte de Rosas, de todo el poder que hasta ese instante había poseído, el Gral. Lamadrid, llama a un subordinado y le dice: “Oficial Torres... córrase con un piquete de hombres de su escuadrón hasta la Villa de Morón, me pilla a ese pícaro de Juez de Paz y proceda”.
Este, ya al tanto del resultado de la batalla, sin almorzar siquiera (vivía en su domicilio la actual Casa de la Cultura); montó a caballo y se dirigió a todo galope hacia el sur de la villa. Mientras tanto sus hombres se han diseminado, presintiendo represalias. Los “campean” los soldados triunfantes de Urquiza durante todo el día 3 y también el 4 hasta que consiguen reunirlos a todos.
En la Madrugada del día 5 de febrero salen todos en busca de prófugo Juez de Paz y Comandante Militar Tomas Fernández de Cieza y lo ubican en un rancho, casi tapera, de un antiguo puesto de su propia estancia. Los soldados vencedores de Caseros presionan a la gente hasta ayer subordinada al Juez de Paz, obligan a estos a sujetar al mismo sobre un catre de cuero con cadenas de un jagüel cercano y a prenderle fuego al rancho donde el infeliz cautivo, clamando confesión muere entre clamores de una agonía espantosa. Ente su pedido de confesión se le había contestado: “No hay quien, ni tiempo para eso”.





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