¿SABÉS QUIEN FUE DON FRANCISCO DE MERLO?
(1ra Parte)
(1ra Parte)
En las décadas finales del siglo XVII y principio del
XVIII, vivían en Sevilla (España) Don Antonio Merlo, con su esposa Juana
Gerónima Barbosa y sus hijos. Uno de los hijos del matrimonio,
Francisco Javier, (había nacido en Sevilla el 11 de Agosto de 1693), en
1711 emigró llegando a la ciudad de Buenos Aires. En contra de lo que se
dice lo más probable es que Don Francisco de Merlo emigrara en busca de
fortuna como lo hacían todos los demás. Sin embargo, Don Francisco de
Merlo, traía una cultura refinada para su época, sabía leer y escribir
perfectamente, en un tiempo que esto solo se adquiría con buenos
maestros y mucha lectura, posiblemente poseía algún dinero, pero para
subsistir se emplea en la escribanía de Domingo Lezcano, a razón de ocho
pesos mensuales. Se casa el 30 de noviembre de 1713, con Doña Francisca
de Toro y González Marquina, que tampoco poseía fortuna, de este
matrimonio nacieron varios hijos.
La población de Buenos Aires en tiempo de la colonia se dividía en dos grupos, los españoles e hijos de españoles y los otros, mestizos, negros, indios, etc. De más está decir que la clase gobernante y de los propietarios, era la de los españoles, y quien pertenecía a ella estaba en las mejores condiciones de progreso. Al emplearse Don Francisco de Merlo en la escribanía, tuvo la oportunidad de conocer mucha gente importante, lo que le permitió prosperar rápidamente, fue admitido en el cargo, el día 19 de setiembre de 1716, cumplidos ciertos trámites fue confirmado por el Rey, el día 02 de setiembre de 1722. "Para los cargos de escribanos se exige: ser leales, buenos entendidos, saber leer y escribir bien, libres, cristianos, capaces de guardar secretos, vecinos de las poblaciones donde ejercía sus funciones y legos". Además, debía acreditar la limpieza de sangre, que se probaban mediante información orientada a demostrar que eran descendientes de cristianos viejos, españoles, honrados, de limpia generación, no comprendiéndole ninguna otra raza ni sangre.
Esos cargos debían ser comprados, y como Don Francisco de Merlo no poseía gran fortuna tuvo que pedir a 4 amigos que le prestaran el dinero. Ya en posesión del cargo de escribano, sus amistades aumentaron y es así es que conoce, se hace amigo y compadre de Don Francisco Sánchez Botija, Preceptor de Números de los Reales Consejos de la Villa de Madrid. En 1726, como escribano de gobierno, Francisco de Merlo participó en el acta de fundación de la ciudad de Montevideo.
Cuando Don Francisco Sánchez Botija se sintió muy enfermo expresó a Don Francisco de Merlo su última voluntad, Don Francisco Sánchez Botija falleció en Buenos Aires el 05 de mayo de 1729 y deja por heredera a su Alma, y a Don Francisco de Merlo, como su apoderado, a partir de ese momento, entra en posesión de todos los bienes, una cuantiosa fortuna, como dice en su testamento: "… Declaro que fui Albacea de Don Francisco Sánchez de Botija y entró en mi poder el caudal perteneciente a dicho difunto, treinta y dos mil setecientos cuatro pesos en plata física y labrada. Y habiendo dado cumplimiento al testamento, que en virtud de su poder hice, gasté once mil ciento treinta y cinco pesos como consta de dicho testamento.... y habiendo sobrado de dicho caudal veintiún mil seiscientos veintinueve pesos di a intereses del cinco por ciento varias cantidades con lo que se fue acrecentando dicho caudal y dejando como dejó dicho difunto su Alma por heredera a mi voluntad y disposición, determiné con parte de dicho caudal comprar la estancia que tengo en el pago de Las Conchas, donde edifiqué una Iglesia a la Santísima Virgen del Camino, para que en ella gozase su alma el sufragio de las misas y para que esto permaneciera para siempre fundé un Hospicio, para habitaciones de mi Madre y Señora de la Merced, para que quedase a su cuidado dicha Iglesia…"
Más adelante agrega: "Declaro que Don Francisco Sánchez Botija mi compadre y padrino de mis cuatro hijos del primer matrimonio me dejó poder para testar y me nombró albacea testamentario y tenedor de sus bienes y en virtud ejecuté su testamento.... "
Con el dinero de la herencia, de acuerdo a lo que él mismo dice en su testamento, compró una tierra 200 varas de frente y 9.000 varas de fondo, en el curso superior del Río de Las Conchas y construye el casco de estancia en terreno elevado a pocos cientos de metros del Camino Real del Oeste, alrededor de la misma, construyó las habitaciones para él, su familia, peones y esclavos, como también talleres, galpones y hornos para hacer ladrillos, con los que se abastecía, también construye un oratorio en el casco de estancia y coloca una imagen de la Inmaculada Concepción que solía estar erigida a un costado del Camino Real del Oeste, en donde los viajeros se arrodillaban y se encomendaban a la Virgen antes de entrar en territorio de los indios pampas, motivo por lo cual la advocación era conocida como Nuestra Señora del Camino.
El rasgo más saliente de la personalidad de Don Francisco de Merlo, fue el estricto cumplimiento de la palabra empeñada a su difunto amigo, tomando medidas para que también lo hicieran sus sucesores. Prácticamente todo lo que hace fuera de sus tareas de escribano lo hace con el fin de poder cumplir con las cincuenta misas anuales a rezar por el Alma de Botija.
La población de Buenos Aires en tiempo de la colonia se dividía en dos grupos, los españoles e hijos de españoles y los otros, mestizos, negros, indios, etc. De más está decir que la clase gobernante y de los propietarios, era la de los españoles, y quien pertenecía a ella estaba en las mejores condiciones de progreso. Al emplearse Don Francisco de Merlo en la escribanía, tuvo la oportunidad de conocer mucha gente importante, lo que le permitió prosperar rápidamente, fue admitido en el cargo, el día 19 de setiembre de 1716, cumplidos ciertos trámites fue confirmado por el Rey, el día 02 de setiembre de 1722. "Para los cargos de escribanos se exige: ser leales, buenos entendidos, saber leer y escribir bien, libres, cristianos, capaces de guardar secretos, vecinos de las poblaciones donde ejercía sus funciones y legos". Además, debía acreditar la limpieza de sangre, que se probaban mediante información orientada a demostrar que eran descendientes de cristianos viejos, españoles, honrados, de limpia generación, no comprendiéndole ninguna otra raza ni sangre.
Esos cargos debían ser comprados, y como Don Francisco de Merlo no poseía gran fortuna tuvo que pedir a 4 amigos que le prestaran el dinero. Ya en posesión del cargo de escribano, sus amistades aumentaron y es así es que conoce, se hace amigo y compadre de Don Francisco Sánchez Botija, Preceptor de Números de los Reales Consejos de la Villa de Madrid. En 1726, como escribano de gobierno, Francisco de Merlo participó en el acta de fundación de la ciudad de Montevideo.
Cuando Don Francisco Sánchez Botija se sintió muy enfermo expresó a Don Francisco de Merlo su última voluntad, Don Francisco Sánchez Botija falleció en Buenos Aires el 05 de mayo de 1729 y deja por heredera a su Alma, y a Don Francisco de Merlo, como su apoderado, a partir de ese momento, entra en posesión de todos los bienes, una cuantiosa fortuna, como dice en su testamento: "… Declaro que fui Albacea de Don Francisco Sánchez de Botija y entró en mi poder el caudal perteneciente a dicho difunto, treinta y dos mil setecientos cuatro pesos en plata física y labrada. Y habiendo dado cumplimiento al testamento, que en virtud de su poder hice, gasté once mil ciento treinta y cinco pesos como consta de dicho testamento.... y habiendo sobrado de dicho caudal veintiún mil seiscientos veintinueve pesos di a intereses del cinco por ciento varias cantidades con lo que se fue acrecentando dicho caudal y dejando como dejó dicho difunto su Alma por heredera a mi voluntad y disposición, determiné con parte de dicho caudal comprar la estancia que tengo en el pago de Las Conchas, donde edifiqué una Iglesia a la Santísima Virgen del Camino, para que en ella gozase su alma el sufragio de las misas y para que esto permaneciera para siempre fundé un Hospicio, para habitaciones de mi Madre y Señora de la Merced, para que quedase a su cuidado dicha Iglesia…"
Más adelante agrega: "Declaro que Don Francisco Sánchez Botija mi compadre y padrino de mis cuatro hijos del primer matrimonio me dejó poder para testar y me nombró albacea testamentario y tenedor de sus bienes y en virtud ejecuté su testamento.... "
Con el dinero de la herencia, de acuerdo a lo que él mismo dice en su testamento, compró una tierra 200 varas de frente y 9.000 varas de fondo, en el curso superior del Río de Las Conchas y construye el casco de estancia en terreno elevado a pocos cientos de metros del Camino Real del Oeste, alrededor de la misma, construyó las habitaciones para él, su familia, peones y esclavos, como también talleres, galpones y hornos para hacer ladrillos, con los que se abastecía, también construye un oratorio en el casco de estancia y coloca una imagen de la Inmaculada Concepción que solía estar erigida a un costado del Camino Real del Oeste, en donde los viajeros se arrodillaban y se encomendaban a la Virgen antes de entrar en territorio de los indios pampas, motivo por lo cual la advocación era conocida como Nuestra Señora del Camino.
El rasgo más saliente de la personalidad de Don Francisco de Merlo, fue el estricto cumplimiento de la palabra empeñada a su difunto amigo, tomando medidas para que también lo hicieran sus sucesores. Prácticamente todo lo que hace fuera de sus tareas de escribano lo hace con el fin de poder cumplir con las cincuenta misas anuales a rezar por el Alma de Botija.
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